Empiezo hoy con las palabras de mi amigo Antonio Figueras. Esto que estamos viviendo no es una guerra, es una pandemia, pero hay que tomárselo como una guerra y ser obedientes. No basta con ser responsables hay que ser obedientes y aunque no sea una cuestión de patria y sí de solidaridad, la patria de Figueras, y la mía, y creo que la de todos los que me leéis es la gente, la gente que debe vivir. Con liberales, anarquistas de salón y fascistas odiadores no vamos a acabar con esto.
Y hasta aquí mi opinión sobre la política que pienso hacer en este cuaderno de bitácora. Seguiré hablando de mi patria, la gente de este país, mi gente, la que lo está pasando mal y la que lo está pasando peor.
Desayuno esta mañana con malas noticias del entorno familiar de Mayte. Gente que enferma y que no sabe muy bien si esas décimas de fiebre, esa tos, ese malestar y ese mal cuerpo es a causa del coronavirus o de alergias, catarros o gripes. No se pueden hacer test, no son ricos, no son personas importantes, no son famosos. Deben aguardar en sus casas, ser obedientes y dejar que pase lo único que puede pasar, el tiempo.
Hoy estoy algo crítico. Creo que la situación lo merece y de vez en cuando necesito soltar la mala baba. Ayer también lo hice en el grupo de trabajo de Whatsapp, me encabroné con un compañero por una bobada. Te pido disculpas públicas desde aquí Raúl. Espero que estés leyendo esto Husky, porque ese es su mote, y las aceptes.
Me manda Charly el tema musical del día que es Telefonía de Jorge Drexler. Yo le envío After crisálida de Luis Brea y el miedo. Mientras escucho su propuesta y Mayte trastea por casa para templar los ánimos hablo con mi amigo Alberto Dovar. Este tipo es un fenómeno. Os cuento. Tiene dos implantes cocleares, operado de un tumor en la vista y trabajando de camionero hasta hace dos días cuando en el trabajo, por precaución y por ser de un grupo de riesgo, lo mandaron a casa a protegerse y cuidarse. Lo conocí cuando yo en su momento recitaba poemas en bares, colegios y salas. Ánimo amigo.
Cuando en el post de ayer comenté que escribía poesía muchas personas, que dedicáis un rato del día a este espacio vuestro y mío, queríais saber donde encontrar mis libros y poemas. Terminaré de ahora en adelante cada post con un par de poemas. No os gastéis el dinero, no al menos en mis libros. Ahorrad. Sé que muchos de vosotros necesitáis ese dinero ahora más que nunca básicamente para comer. Ahora prima el estómago al cerebro. Yo os dejaré lectura mía diaria. Gracias Sergio Capitán desde aquí por reclamarme, poéticamente hablando, cuando yo mismo me sigo dando por perdido.
A nivel laboral sigo en casa. De retén pero en casa. En una hora y pocos minutos tengo que volver a llamar para saber si debo ir o no.
Roberto El Lobo sigue hospitalizado y con mucha fiebre. Nos mandamos Whatsapp de ánimo. Qué otra cosa podemos hacer.
Miguel, mi antiguo compañero en la unidad de Violencia de Género, sigue en casa, imagino que bien pero con el bicho acechándole a él y a su familia.
También han caído Mari y Rubén, los dos compañeros que son pareja fuera del trabajo y viven juntos, con los que me mandaba vídeos los primeros días de mil bromas. Han perdido temporalmente el sentido del gusto y del olfato, síntomas leves de estar infectado por el Covid 19.
Ese es el parte de guerra de hoy.
Sabéis que estos días hay muchos héroes anónimos allá fuera velando por nosotros. Gente que no será conocida nunca por la población de este país. Hoy voy a hablar de uno de ellos. Todo viene de la mano de mi amigo Pedro Serrano. Ya os hablé de él unos días atrás. Militar en cuarentena por haber dado positivo un cabo de su sección. Su mujer Inmaculada está trasplantada. El médico que obró el milagro de esa operación, que permitió que Inma tomase la valiente decisión, tras ser sometida a semejante cirugía, de quedarse embarazada se llama Javier Briceño Delgado y es el Jefe de Servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo (responsable de los programas de trasplante de hígado y páncreas) del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba. Ahora, estos días, estará en primera línea. Pedro se carteó con él agradeciendo lo que había hecho por su mujer y este SEÑOR, con rubor, le contestó diciendo que sigue ejerciendo con orgullo la profesión que decidió estudiar hace muchos años. Mi aplauso de hoy es para este cirujano y para Inmaculada por asumir el riesgo del embarazo tras recibir un órgano vital nuevo.
Todos somos héroes, todos somos ejemplo. Quedarse en casa es de valientes, cumplir con las normas tan estrictas que ahora tenemos es de valientes. No lo es la actitud de tres personas que ayer pude presenciar cuando salí a hacer compra.
Primero una madre y una hija (con más de veinte años) comprando juntas cuando no se debe. La cajera les recriminó la actitud y si la trabajadora se descuida entre ambas, entre esas dos insensatas, se la comen.
Después una mujer joven que entró hablando por el móvil sin prestar atención a las indicaciones del guardia de seguridad. No hizo cola. No se lavó las manos, no se secó con papel y no se puso los guantes. Puedes o no estar de acuerdo con las normas que impone cada supermercado. Son las normas que ellos creen mejores o las que les han impuesto, lo desconozco. Pero si vas a comprar debes seguir los pasos que te indican. Esta mujer hizo caso omiso a todo, se cabreó, puso de vuelta y media al pobre guardia ante la atónita mirada de todos y se marchó de allí sin comprar nada y de muy malos modos.
Dos ejemplos de gente que no son ejemplo de nada. Yo salgo una vez cada cinco o seis días. Prefiero exponerme yo puesto que ya estoy haciéndolo también en el trabajo. Prefiero que Mayte o mis suegros no salgan a nada. Compro para las dos familias. Le llevo los alimentos a mis suegros y vuelvo con lo restante a mi casa para seguir confinado hasta que me toque trabajar. Es lo que hay. Aunque nos joda toca actuar así. Y esto no se negocia.
Me llegan vídeos de actuaciones policiales en distintos puntos de España cargados de más o menos acierto. Quiero decir que abusones, malos y buenos policías los hay en todos lados, como en todas las profesiones también los hay mejores y peores. Repito, en todas las profesiones, hasta en la política. Aún así la ciudadanía debe comprender que esos policías tienen también una familia, son personas y sufren igual. No me vale la película de que somos profesionales y tenemos que templar. Quién sabría templar en la situación actual. Yo templo en la calle y mucho. Todos templamos. Pero hay mucho y mucha idiota suelto que a veces se merece un sopapo lo cual no significa que se le tenga que dar. Pido desde estas líneas a todos los compañeros que seamos cautos, que no nos crispemos, que es muy fácil llevarse por la ira (yo no soy el mejor ejemplo en estos casos) , que una mala actuación puede ser grabada por el móvil de cualquiera y dar al traste con nuestro trabajo. Sed sensatos por favor.
Ayer aplaudí junto a Mayte desde mi terraza. Una mujer y sus dos hijos pequeños que viven en el bloque de enfrente se esmeran en centrarse en nosotros desde hace tres o cuatro días. Agitan los brazos, mueven de un lado a otro el móvil con la aplicación de la linterna en funcionamiento, la madre coge en brazos a uno de sus hijos y nos jalean. No sé porqué nos han tomado como referencia. Nosotros les devolvemos cada gesto que nos regalan. Apenas podemos distinguir sus caras, la luz solar a las ocho de la tarde no es todavía la más adecuada. Me gustaría conocer a esa familia cuando esto acabe.
De algo sí que estoy seguro. De esta situación saldré con una virtud que no tenía. Paciencia. No miro más allá del día que tengo por delante, y eso para mi cerebro de culo inquieto es muchísimo. Rebuscar en vuestro interior y encontraréis alguna lección que hayáis aprendido estos días. Aprenderéis más en los venideros. Os dejo con los dos poemas:
Son pocas las ocasiones
en las que me detengo
a contemplar mi reflejo
en un escaparate.
Resulta desgarrador
ver esos ojos
suplicando un tiro de gracia.
Casi siempre
procuro pasar de largo
como si nada.
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Odio tener que repetírmelo.
Si aún sigo aquí
mirándome
frente al espejo
es por voluntad propia.
Cuesta creer
en esto que llamamos vida
pero de algún modo
tendremos que defendernos.
( Ambos textos extraídos del libro LAS COSAS QUE CONOCES editado con Huerga y Fierro ediciones con Prólogo de Marisol Sánchez Gómez)
Sabe usted una cosa
ResponderEliminarNecesito más
Sigue escribiendo
Por ti. Por todos.
Gracias Ángel, me han encantado.
ResponderEliminarSeguiré escribiendo siempre que el tiempo lo permita, y de momento lo permite hermano
ResponderEliminarGracias a ti por desempolvarme poéticamente hablando, Sergio
ResponderEliminarQué buenos recuerdos me traen esos poemas! De cuándo nos hicimos amigos...Parece otra vida ...
ResponderEliminarCierto Marisol, toda una vida...
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